Y te haz ido;
lejos, libre, salvaje…
Como la brisa que recibe un aguacero,
como arena que baila contra el aire,
como corriente que tumba las hojas secas.
Haz pasado a cinco mil nudos y se me ha alborotado el pelo,
se me ha levantado el vuelo de la falda;
y luego te volviste torbellino entre mis piernas
y los ojos se me llenaron de lágrimas.
Pero no te confundas
han sido de aquellas que firman el pacto extasiado de la felicidad,
de las corren por las mejillas con furor
y parece ser capaces de desbordarse por los muslos;
lágrimas del recuerdo que se tatúa una sonrisa,
lágrimas llenas de brisas que van refrescando la memoria,
de vez en cuando,
de beso en tanto.
Te haz ido
lejos, libre y salvaje
y yo lloro y me humedezco
entre la dicotomía de volver a encontrarte
o que mis alas vuelen en otros cielos.